sábado, 10 de diciembre de 2011

Algunos se creen lo que dicen las canciones. Y yo a ti, yo te creí a ti. Por creer creí lo que decían tus ojos, et on se rappelle les chansons. Se escapaban versos entre tus labios, que no sé si era París o eras tú, pero c'était la gaieté, Paris, allí donde te encontré, que quizás lo era; la noche, París, digo París, et tes camelots et tes agents, et tes matins de printemps, y tus manos, quizás tus manos ayudaron también, que te quise y te sentí, y desde entonces je pense à toi sans cesse. Y sonaban los acordeones que tocaba yo en tu espalda, la melodía que sonaba en nuestra cama. Qué más podría decir, decirte a ti, de ti, qué podría susurrar, que nada te hace justicia, que no sabes qué es justicia, que no lo necesitas. Y menos tú aquí, París.


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