jueves, 2 de febrero de 2012

Quiero jugar contigo, jugar los dos a que nos amamos, debajo de esta nieve azul y este cielo blanco, encima de todo el mundo, debajo de todo el cielo, jugar a correr las cortinas, a correr del frío, a corrernos, y entre tú y yo asfixiar todo el aire y toda la vida. Juguemos a subirnos y bajarnos de ese tren, a comer regaliz y caramelos, a buscarnos las cosquillas y mordernos los sueños, que no es más que otra forma de decirte que te adoro, como hacíamos ayer y quién sabe si haré siempre.

París arde entre mis labios y tus dedos.

Foto robada de aquí (visita obligada)

jueves, 5 de enero de 2012

A veces olvido cómo se escribía tu nombre. A veces, cuando voy en el autobús y miro el cristal empañado, trato de dibujar con los dedos las letras que componen tu nombre, pero el trazo es impreciso, temeroso, y al final no te nombro, te hago un garabato, y después te borro con la manga de la chaqueta, te emborrono, como si quisiese borrarte, y resulta que al otro lado se sigue encontrando el mundo. Más allá del cristal, está la ciudad, ahí sigue, con sus luces, su tráfico, sus semáforos. Es invierno fuera y aquí dentro, es invierno y hace frío ahí fuera y en mis huesos. Aun con todo, no llevo guantes, y con las manos frías toqueteo el cristal en busca del nombre que traté de dibujar y no pude, en busca de ti y no encontrarte.

Créeme, de verdad lo sé, que fui yo todo aquello que se supone que no debería haber sido, y realmente, después de todo, nunca quise que te fueses. Y no sé, tampoco supe nunca si estuviste aquí. Por eso te busco a tientas y te dibujo donde no estás, por si te encuentro o no.


Elliot Smith